El 10 de noviembre de 2009 una triste noticia sacudía el mundo del fútbol. Robert Enke, portero de la selección germana y ex del FC Barcelona, se suicidaba a los 32 años arrojándose a las vías del tren. Dejaba mujer, hija y decenas de amigos atrás. La depresión se cebó con él.
Así lo explica Ronald Reng en su libro ‘Una vida demasiado Corta’ (Ed. Contra), una biografía conmovedora que aporta datos esclarecedores sobre el triste final del cancerbero alemán.
La derrota ante el Novelda, clave en su hundimiento
Reng explica en su relato como el hundimiento de Robert empezó a gestarse en el FC Barcelona, en el que aterrizó el verano de 2002, con Van Gaal en el banquillo. El técnico holadés, desde el primer momento, le dejó claro que el guardameta titular sería el que estuviera en mejores condiciones. Enke debía luchar, por lo tanto, con Bonano y el joven Víctor Valdés para hacerse un hueco en el once inicial blaugrana.
«¿Por qué el público aplaudía como loco cuando Víctor detenía un balón sencillo pero él, en cambio, no dejaba de recibir los gritos de los entrenadores?», destaca el escritor. «Desde que el primer partido de la temporada le sorprendió la noticia de que Valdés iba a ser titular, Robert se mostró negativo – explica Jörg Neblung-. Se aferró a la idea de que todo iba en su contra», añade.
Y en septiembre de ese mismo año llegó el principio del fin, cuando Enke sufrió la peor humillación de su vida en la derrota ante el Novelda, un Segunda B, en Copa del Rey. «Se autoculpó de una forma exagerada. Creo que estaba mucho más enfadado consigo mismo que con la gente que le rodeaba. Se sintió muy solo cuando Frank de Boer le criticó en Novelda. Creo que se hizo una idea equivocada de lo que pensaban de él en el vestuario. Él asumía que no creían en él, pero no era cierto. Había jugadores como Luis Enrique que trataban de hacerle ver lo contrario», cuenta Rengen una entrevista publicada en SPORT el pasado lunes.
En un pozo sin fondo
A pesar de que Enke empezó a sufrir episodios depresivos a los 16 años, la derrota ante el Novelda, que marcó su única temporada en el FC Barcelona, le arrastró a un pozo sin fondo. Con el tiempo y, a pesar del fallecimiento por enfermedad de su hija de dos años, consiguió recuperarse. Pero fue solo una tregua que su mente le concedió. Finalmente, en noviembre de 2009, decidió poner fin a su existencia.
«Parecía feliz. En la última foto que se hizo con su mujer aparece con la sonrisa más bonita del mundo al lado de su hija -a la que adoptó meses antes-. Pero el suicidio es una idea recurrente para la gente que sufre una depresión. Y cuando llegan a la conclusión de que lo harán, en su mente distorsionada es un alivio», explica Reng, que desvela detalles impresionantes que no dejan indiferente al lector.
Fuente: www.sport.es