Las playas de Brasil han confirmado que Neymar no puede ser el relevo de la era Messi, un compañero de viaje sí pero no un líder. Con la mirada perdida, tropezándose, gordo y con síntomas de haber bebido Neymar ha cerrado el 2019 certificando que el día que decidió irse hizo un gran favor a la culerada. Ahora para compensar los excesos y la imagen, ha publicado una imagen de él recuperándose y ejercitando los músculos de las pienas con aparatos de radiofrecuencia especial, triste.
El Barça no se puede permitir calentar las elecciones prometiendo el regreso del brasileño, al socio no se le puede engañar ni tampoco tratar de tonto. Ahora que la directiva de Bartomeu trabaja con un relevo continuista poniendo encima de la mes la figura de Emili Roussead, nuevo vicepresidente institucional del club, haría más márketing si en lugar de prometer Neymars, empezara por ordenar lo que tiene en casa: vender a Semedo de una vez, hacer que Riqui Puig recupere la ilusión por entrenar, no compensar a Rakitic con titularidades más allá de las necesarias para sacárselo de encima y que a Arturo Vidal le caiga el puro de su vida por demandar al club.
