Tras años dependiendo de la banca (y no nos referimos a la banca tradicional, a la que estaremos ligados toda la vida guste más o menos, sino a la banca del juego que tantos años ha llenado las arcas de los clubes de fútbol), la nueva legislación nos ha dejado el grifo vacío.
Tras el anuncio del ministro Garzón, se inició un periodo de locura para ver que sector era capaz de cubrir las pérdidas de ingresos que hasta el momento reportaban los amigos del juego. Se habló de la llegada de las energéticas, pero el manantial de dinero designado a sustituir a las casas de apuestas ha llegado de las cripto monedas y los fan tokens de los clubes.
No hay club que se resista a los cantos de sirena de ingresos potenciales en esta nueva fuente de negocio. Hoy en día no hay club que quede libre de tener un sponsor, o acuerdo comercial, con una empresa de criptos o tokens, siendo el ganador absoluto la marca Sorare que ha conseguido convencer a LaLiga para sacar los cromos digitales y exclusivos de los jugadores de la competición (y si, exclusivos por que hay número limitado y por que se ha creado un mercado de compra-venta en el que el aficionado puede sacar un buen rédito monetario; o mejor dicho, cripto-monetario).
Esto es fútbol señores, y a rey muerto, rey puesto. Quien le iba a decir allá el 1863 al fundar la Asociación Inglesa de Fútbol (para otros inventado en China en tiempos de la dinastía Han) en la Freemason’s Tavern de Londres que esa afición supondría hoy en día una de las industrias más poderosas y populares del planeta.
