Milán, el Duomo, el barrio de Brera, la galería Vittorio Emanuele, las columnas de Sant Llorenç y el teatro de l’Scala. Milán, una ciudad perfecta para hacer turismo pero también una ciudad de la que salir escaldado si eres el Barça y juegas la Champions contra el Inter.
De los creadores del escándalo de Benquerença en el 2010, ayer llegaba el escándalo de Vincic en el Giuseppe Meazza. Inexplicable que un partido de esa trascendencia tenga un protagonista tan desafortunado. El árbitro estuvo horrible y el VAR aún peor. El criterio es desigual, a veces se revisan las jugadas en la pantalla y otras no es necesaria. Por unos sí y por otros no, pero ¿por qué? No lo sabemos. Ni lo sabremos. Ya lo decía Xavi en la previa del lunes, estaría bien que estos señores o sus jefes salieran a dar explicaciones en algún momento. Por respeto a los jugadores, a los clubes y sobre todo a los aficionados pero me parece que por mucho que lo prediquen, ellos son los primeros que de respeto y vergüenza no tienen…
Ya ven, el cabreo de hoy con los que ayer iban de rojo es monumental pero también lo es con el equipo. En Mallorca se ganó de ese modo y ayer se volvió a regalar toda una primera mitad. Polémicas aparte, si el Barça quiere estar en los octavos de final necesitará algo más porque eso no será suficiente. Dembélé, Raphinha, Lewandowski, Busquets, Gavi… necesitamos mucho más de ellos en las grandes ocasiones porque contra Cádiz, Elche, Valladolid y Viktoria Pilsen también podría jugar cualquiera de nosotros.