Pocos minutos después de que el PSG vapuleara al FC Barcelona en el Parque de los Príncipes una idea comenzó a rondar la cabeza de Luis Enrique. Las posibilidades de que el Barça remontara la eliminatoria eran diminutas, incluso inexistentes según las estadísticas de la UEFA. Por lo tanto hacía falta una pequeña revolución para autoconvencer a los jugadores de que superar al equipo parisino por 5 o más goles era algo posible.
El conjunto azulgrana ya había pasado muchas dificultades en partidos anteriores para sacar el balón controlado desde atrás ante la presión incesante del contrario. Ante esta circunstancia, el técnico asturiano decidió arriesgar e intentó matar dos pájaros de un tiro. Cambiar el sistema de juego es algo que cualquier técnico culé solo lleva a cabo cuando es estrictamente necesario, y en este caso la ocasión parecía requerirlo. El Vicente Calderón era un escenario demasiado arriesgado para probar el 3-4-3, de manera que el experimento tuvo que esperar hasta el encuentro en el Camp Nou frente al Celta. El partido ante los vigueses fue el mejor de la temporada, un baño en toda regla que empezó a obrar el milagro de la remontada histórica que se certificaría pocos días después, haciendo creer al aficionado culé que jugando así todo era posible.
Con el nuevo dibujo táctico los hombres de Luis Enrique crearon innumerables ocasiones de gol al equipo de Berizzo, disfrutaron de una aplastante superioridad en el centro del campo y lograron salir con el balón controlado desde su defensa sin apenas pérdidas de balón. No fue una casualidad, a los cuatro días llegó la antológica remontada con el mismo dibujo sobre el campo, una noche que jamás olvidaremos y que difícilmente se hubiera dado con el 4-3-3.
Pero una vez lograda la proeza parece que Luis Enrique tiene intención de mantener el nuevo sistema en futuros partidos. La derrota en Coruña llegó más por la apatía de los jugadores que por la táctica, y el domingo ante el Valencia vivimos un nuevo episodio con el 3-4-3 que generó dudas de cara a los compromisos de vital importancia que el equipo deberá afrontar en breve.
El Barça volvió a generar multitud de ocasiones de gol, pero la sensación que dio esta vez fue de fragilidad defensiva. El Valencia creó excesivo peligro con la velocidad de sus extremos y a pesar de que los 3 puntos se quedaron en casa con el definitivo 4 a 2 parece que el 3-4-3 debería ser un dibujo táctico para situaciones especiales y no para todos los encuentros que dispute el equipo.
No quiero imaginar al conjunto de Lucho visitando el Juventus Stadium o el Santiago Bernabéu con lo que a primera vista puede parecer un suicidio táctico, de modo que cabe esperar la sensatez del técnico asturiano y poder disfrutar del 3-4-3 cuando la ocasión sea propicia. Ante la Juve hay que cosechar un buen resultado para que la eliminatoria se decida en Barcelona, y en Madrid, si todo sigue como hasta ahora, habrá que salir a ganar sí o sí, pero desde la sensatez creo yo, aunque luego no puedo evitar recordar como Guardiola salía a suicidarse al Bernabéu y volvía a Barcelona con un 2 a 6 y una liga en el bolsillo.